Emocionalia

Un sueño para recordarme…

Un sueño para recordarme…

Un sueño para recordarme...Hoy he vuelto a visitar el pasado y los recuerdos me asaltaron como si de un ladrón sin demasiadas maneras se tratara. Aunque mis manos ya visten piel con arrugas y la comisura de mis ojos se adorna con tendencias al sur, me sentí rejuvenecer con el aire que da el retroceso de los años.  Entre tantas estaciones por visitar me bajé en la que me concedía la oportunidad de respirar los efluvios de adolescencia, cuando todo estaba en potencia, nada era limitado por fatales confines que desvirtuaran la emoción de sentirse vital y sin frontera frente a tus ojos. Y cerrando éstos me vestí de joven, de individuo sin experiencia, de muchacho con oscuro pelo sin lagunas que presagiaran la futura  presencia de carencias capilares que ahora catalogan mi existencia sin demasiada fortuna.

Y salí a la calle, y fue como recargar el alma sintiéndome el amo de los adoquines de la acera de mi barrio, como si nada hubiera cambiado. Viendo a madre con veUn sueño para recordarme...inticinco años menos cargando las bolsas de la compra con una lozanía y un brillo en su sonrisa que el tiempo me fue arrebatando de forma furtiva y traicionera. Abrazado a ella quise rescatar el olor de su piel para volver a recordarlo para siempre cuando despertara. Amarrado a su cuello no dejaba de preguntarme que qué andaba buscando con tanta zalamería…pero yo no le podía decir que había vuelto al pasado tan sólo para revivirla y decirle cuanto la amaba.  Tratando de saldar con mis besos aquellos que dejé por el camino por la estupidez que asociaba madurez con la retirada de éstos. La dejé marchar con su historia de vuelta a casa mientras perseguía sus pasos con la mirada entrecortada por un sol de frente que parecía querer limitarme la maravilla de volver a gozarla en sus cuarenta y tantos reconociendo que sería la última vez…

Retomé la experiencia de ver a mi viejo mirándome a los ojos antes de que su ceguera formara parte de mi vida y recuperé el tono de una voz que hacía sentirme seguro, el tacto de unas manos oliendo a farmacia y la presencia de una bata colgada en su brazo izquierdo a modo de falsa americana. El humo de los mil cigarrillos que realizaban la composición de su estampa y le fueron borrando la luz de ambos luceros, los mismos que siempre maldije y tanto me hicieron llorar a escondidas.Un sueño para recordarme... Pero en ese breve sueño no se me permitían las enmiendas, ni los lamentos que advirtieran sucesos futuros, pues de realizarse así sentía que, de forma súbita, volvería a la realidad del ecuador de mis días. Capturé de su tiempo instantes para forjar mi futuro donde las conversaciones con él me hacían dibujar el día de mi mañana con tonos siempre claros, trazos decididos y líneas ascendentes, siempre, al amparo de la fortaleza de su apoyo. Pero también tuve que interrumpir el encuentro por temor a despertar, y le apliqué sin medida el mayor de mis abrazos, para que retuviera en la memoria que hoy no tiene aquellos arrebatos de pasión que todo imberbe suele tener de a poco para cerciorar, así mismo y a los demás, que aún está tierno para volar en soledad. Y con un beso en la mejilla me dijo adiós sin saber que jamás me volvería a ver…

Tuve la desmedida fortuna de caer hoy en sueño de privilegios donde el pequeño de la casa aún se dejaba engañar en los juegos en los que la inocencia concedía cierta ventaja al más alejado de la niñez. Volví a sentir lo que era cerrar la puerta de casa un sábado por la tarde para salir con mis amigos y dejar atrás su mirada como si aUn sueño para recordarme...sumiera que lo abandonara por cuestiones mayores. Pero en esta ocasión la puerta se abrió de nuevo y colgué aquella cazadora de moda sobre la silla del salón para pasar toda la tarde peleando, midiendo las fuerzas, jugando a ganarle y hacerme el vencido, compartir chocolate a escondidas y entrelazar conversaciones donde mis historias – fruto de una realidad a medias y una imaginación desbordante – le hacían mantener la boca entre abierta demasiado tiempo como para entenderlas. Y también se acostó esta vez el primero, rendido por el trajín del momento, con su pijama de terciopelo en la cama colmada de peluches que le acompañaban en el trance nocturno y a los que siempre echará de menos, seguro. Le vi sonreír y desaparecer tras el marco de la puerta de su recinto privado…y me quedé en el sofá mirando la tele, que no viéndola, pensando que el tiempo se me estaba terminando.

Giré mi cara, los dos en silencio, como si nada, con sus manos entrelazadas ocupando cada cual su sillón y absortos en los entresijos de una película cualquiera. Les regalé una frase anodina, de esas que esconden un te quiero camuflado de edad para no parecer ñoñería y acto seguido me dispuse a salir con mis amigos. Antes de cerrar la puerta de casa tomé aire, lo exhalé con fuerzas y me difuminé de todo cuanto fui…

Hoy volví a visitar el pasado y los recuerdos me asaltaron como si de un ladrón sin demasiadas maneras se tratara. Y aunque mi corazón ya camina con trote medido y carece de alardes para campear los sobresaltos de la vida, aún tiene fuerzas para soñar y reconocer lo bello que es vivir, lo importante que es recordar y lo necesario que es agradecer a tiempo…

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Obra registrada a nombre de Justino Hernández en SafeCreative.

 
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