El Amor que mereces
–Con la caída de los últimos rayos de sol y el murmullo de los pájaros buscando cama en las ramas de los árboles que acarician mi ventana, suelo abrazar llegado el otoño mi taza preferida. Caliente, llena de manos, las mías. De una y otra vez, como si quisieran recorrer de nuevo tiempos pretéritos…
Y lanzo mi vista lejos, despidiendo al sol mientras mece sus últimos ecos a merced de las nubes tardías. Aquellas que visten sus telas con bellos naranjas y sedas que se desvanecen en melodía con cada minuto, con cada despedida.
Y la vida me huele mejor, la memoria me cubre de niebla y el recuerdo engalana los pasos del camino que me lleva allí donde quiero estar. Una vez más, al lugar donde vivo por dentro.
Si supieras que me cubro de abrazos de viento, con olor a canela y mistela, con sabor a los viejos roperos que guardaban los besos más lentos. Aquellos que visten mañanas, los mismos que saben a fuego naciendo del mismo hielo.
Y la noche después se apodera de todo cuando relato, de los sueños del otoño, de las veces que escribo mis ratos, hasta de la forma en que imagino la vida sin tanto suplicio, colgado de papeles en blanco esperando parir textos menos amargos… –
Y apagando la luz de su mesita de noche acomodaba sus párpados soñando que al día siguiente regresara su Amor propio, aquel que al marchar permitió que se fueran con él la alegría, el respeto y la dignidad más honesta.
Menos mal que la ilusión se quedó de su lado y aún duerme arqueando los labios hacia el lugar donde viven las estrellas…Buenas noches amor.
Dedicado a las todas las personas bonitas…
Obra registraa a nombre de Justino Hernández en SafeCreative