La vida en un soplo de aire…
Hace unas semanas tuve la oportunidad de mirar a los ojos, sin que ella se diera cuenta, al ángel que encarna Valeria, la niña que tan sólo sonriendo te transmite la necesidad que tiene por abrazarse a la vida. Espera ya una operación que le devuelva toda la vitalidad que la fortuna le arrebató cuando a sus padres fueron informados de la atresia pulmonar grave que padecía. El sórdido silencio que les debió embargar en aquel momento aún les debe parecer un sueño que jamás debieron empezar.
Rodeada por cientos de personas, Valeria, acompañada de su Madre en todo momento, va de acá para allá agradeciendo las múltiples formas de cariño que se materializan en aportaciones económicas, recogidas de tapones de plástico, venta de camisetas, suvenires con su nombre o su cara, y todo aquello que les ayude a hacer frente a tan costosa operación.
Es necesario que todo el mundo sepa de su necesidad, de su ahínco por conseguir el objetivo de llenarse de salud y vitalidad. Es de obligada justicia que ella, como niña, igual que tantos y tantos otros en su situación o similar, encuentren la vía que solucione sus problemas.
Pero esta noche, sentí la necesidad de hablarte a ti, madre, luchadora incansable que peleas por tu hija, porque como padre siento que estoy en deuda contigo y quiero aportar mi pequeño altavoz para que todos sepan que te lo mereces, que mereces conseguir tu objetivo.
Emulando a los gladiadores más terribles de la vieja Roma, te mantienes impertérrita al pié de la proa del barco en el que navegas. Contra viento y marea, buscas tierra, buscas el puerto que te devuelva la paz que tanto ansías. A centímetros de tus ojos, juro que vi su fondo y desde fuera el color de la tristeza tiene tintes menos amargos que los que el dolor te pueda estar causando cada día que pasa hasta que lleguen las operaciones. Ínfimo y pueril me siento como padre pensando que todo cuanto hago no es más que un grano en el desierto de tu travesía. Pero créeme si te digo que la luz que desprende Valeria nos hará verla a cientos de kilómetros cuando regrese a casa y salgamos en su busca. Cuando corra hacia nosotros sin que la falta de aire le impida correr, vivir y soñar con la vida que merece.
Hoy, madre, habrás de perdonarme, sentí la necesidad de hablarte, para que todos lo escuchen. Para que administraciones e instancias superiores no permitan que todas las Valerias que hay en todos los rincones de este planeta sigan abrazadas a la incertidumbre que supone balancearse en el frágil cordón de la beneficencia. Gracias por enseñarme como padre que jamás conoceremos el límite de amor por nuestros hijos, y que por mucho que les amemos, siempre nos quedará aliento suficiente para estar dispuestos a regalarles la vida si fuera preciso…
Un besito para Valeria y toda la fuerza del mundo para toda la familia.
HOY MÁS QUE NUNCA, POR FAVOR, DIFUNDID MI TORPE Y HUMILDE TEXTO PARA QUE TODOS LO VEAN Y VISITAD EL ENLACE…ELLA LO MERECE.