Cada día es diferente para mí…
…Cada día es diferente para mí, a veces me siento un poco confundida y sola porque no me oriento al levantarme. Mis zapatillas están cambiadas de sitio, mi ropa e incluso la puerta de la habitación está en un lugar diferente, pero tengo que acostumbrarme, creo que lo haré.
Mis amigas dicen que tiene que ser divertido, que tal vez ahora no lo vea pero que con el tiempo disfrutaré el doble pues tendré muchos más regalos, más días de cumpleaños y más juguetes con los que pasar mi tiempo libre. Imagino que ha de tener una parte positiva, digo imagino porque, tal vez, soy demasiado pequeña y aún no he conseguido verla, creo que lo haré.
Hoy toca mudanza y se hace un poco pesado, no porque lleve muchas cosas sino porque creo que no me gustan las despedidas y casi siempre siento que estoy haciendo daño a alguien, me pone muy triste y no logro acostumbrarme.
Desconozco por qué escribo en este diario cada día, lo cierto es que me resulta mucho más fácil hablar con él, parece que me escucha y me comprende. Jamás me gira las hojas, nunca acusa a otros diarios y, lo más importante, creo que voy a ser capaz de vivir con él toda mi vida pues aunque sólo tenga 9 años de mayor quiero seguir a su lado.
Creo que mis amigas no saben que las envidio. Ellas no saben la suerte que tienen cuando apagan la luz de su cuarto y a lo lejos, y en voz baja, se oyen las voces de dos personas charlando de cualquier cosa, a cualquier hora y de manera tranquila. Yo ya no recuerdo cuando fue la última vez…
Siempre le cuento a Martín, mi peluche, mi amigo y compañero de sueños, que mamá siempre supo quererme, que jamás se olvidó de mí y que tengo que darle las gracias por poder vivir, por tener las manos que tengo, por sentirme especial y estar aquí. Y también le cuento que sé que papá luchaba por mí, porque siempre estuviera segura, porque fuera una niña feliz…porque no hubiera nada en el mundo que pudiera dañarme pues él siempre estaba ahí.
Martín me calma y me ayuda, e incluso me sirve para secar mis lágrimas al ser de algodón. Le aprieto fuerte porque así me aseguro de que jamás me abandonará, tan fuerte tan fuerte que luego no recuerdo en qué momento me dormí y las noches no se hacen tan feas.
Hoy volvieron a estar juntos, parecían más serios que nunca y nerviosos, ¿Sería por mí?. Me cogían los dos de la mano, pensé que querían sentir lo mismo que cuando éramos tres y que la casa volvería a reír. Pero fuimos delante de un hombre muy serio, con dos chicas que siempre miraban hacia mí, apuntando sus notas y sin saber sonreír. Mi madre estaría constipada pues le brillaban mucho los ojos, y a mi padre le sudaba la mano, lo sé porque me la cogía a mí. Cuando todo acabó respiré y les dije – ¿Nos vamos a casa a dormir?- y fue entonces cuando supe, y no antes, que la mudanza empezaba para mí. Acababan de separarse y me lo tuvieron que decir cuando yo los unía con las manos y pensaba que lo iba a conseguir.
Cada día es diferente para mí, se que Martín me acompaña y que cuida mis noches defendiendo mi ingenuidad para que no perciba que casa no es lo mismo que hogar. Seguiré soñando que vuelo hacia el mundo que me vio nacer, a las noches de cuentos y besos, a los ratos de te amo y quién quiere a mi bebé…, donde mis padres eran mis padres y no dos mitades que me verán crecer…
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Obra registrada a nombre de Justino Hernández en SafeCreative.
Preciosos como siempre
Sólo para imitarte…
Bueno… Lo cierto es que los pequeños son los que más sufren cuando el amor se va… Y lo has calcado a la perfección en la visión de tu protagonista.
Triste. Y real.
Abrazo! Y feliz inicio de semana ^^
Muchas gracias Carmen. Efectivamente, esa es la verdera intención de mis líneas sin llegar a acusar a los adultos que, en muchas ocasiones, tampoco desearían ese final. Los pequeños y su visión de la situación me llama poderosamente la atención. Gracias por tus palabras y felíz semana para ti también. Un abrazo!!!