Emocionalia

Adios, Navidades, adios…

Adios, Navidades, adios…

Me resulta, cuanto menos, extraño que conociéndonos, casi, de forma cíclica, caigamos una y otra vez en aquellas situaciones que nos perturban, nos contrarían y nos hacen menos felices. Me explico.
Antes de que comience el tiempo de luces, turrones y deseos de buena voluntad, tod@s reconocemos que al pisar la calle nos vamos a encontrar con aquell@s que odian este tiempo argumentando la ausencia de seres que se marcharon ya, otr@s que aborrecen la inercia que les lleva a consumir desmesuradamente sin valorar de manera consciente lo que hacen, l@s hay que ocupan el tiempo de navidad en divertirse por doquier sin sopesar el motivo de su alegría ocultando una necesidad de no sentirse sol@s si optan por hacer algo diferente a la muchedumbre, y también l@s hay que se prodigan en insultos varios, haciendo un uso manifiestamente mejorable de las redes sociales, para mostrar inconformidad o desacuerdo sobre todo lo que suponen estas fechas.
Dicho sea de paso que cualquiera de las posturas anteriores son, faltaría más, posibles, aceptadas aunque no compartidas por mi parte.
Adios, Navidadees, adios.Nadamos en la necedad cuando pensamos que vamos a ser perpétuos e imperecederos en esta senda, que la marcha de otros nos hace más desdichados culpándoles a éstos por nuestra tristeza cuando con ell@s llevaron la propia y a nosotr@s nos dejaron acunados en la fortuna de estar viv@s.
Cada minuto que disfrutamos es un estupendo regalo, del Dios en el que crees, de la naturaleza que te vio nacer, de las hadas que posibilitaron tu existencia o de aquello en lo que creas y le concedas tamaña gracia, pero es al fin y al cabo algo que de ninguna manera podemos desperdiciar.
Adios, Navidades, adios.La Navidad del 2.015 ya es historia, recuerdo, polvo entre los dedos…fetiche de nuestras pobres mentes que lo reservarán mientras puedan. Ahora negociaremos por activa y por pasiva cientos de propósitos, a modo de rodillo añejo y usado en otros eneros, y volveremos a rendir cuenta en diciembre de todos nuestros fracasos sin valorar lo que se nos escapa entre los dedos.
El pasado ha de ser un libro que escribimos para recordar, el futuro jamás existe, por tanto, vivamos el presente, el ahora, que es lo que verdaderamente da sentido a nuestra existencia, a nuestras vidas.
Me resulta, cuanto menos, extraño que conociéndonos, casi, de forma cíclica, caigamos una y otra vez en aquellas situaciones que…por favor, vivamos!!
 

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