Emocionalia

La risa viene del sur…

La risa viene del sur…

La risa viene del sur...Aunque no lo haya hablado nunca con nadie, me siento un poco solo en esta última etapa de mi vida. Apenas tengo nadie que pueda escucharme ni tampoco nadie a quien interese lo que hago. La soledad se abraza a mi pecho como un koala y no me abandona ni cuando cuelgo en una esquina mi segunda piel de vivir. Hace tiempo que vengo buscando un hueco para darme a los pequeños, para arrancarles una carcajada, para arrebatarles el corazón con una sonrisa…pero ya no hay tiempo para mí. La flor que crecía en mi pecho yace mustia y sin brillo, y está cansada de no servir. Mis zapatos parecen diestros servidores pues ya carecen de instantes para mostrar su torpe destreza para desplazarme, y mi sombrero va cogiendo el estilo de los buenos pues casi nadie repara en la enorme asimetría entre él y mi geometría craneal. Ya digo, un día de estos decido apagar mi luz y regresarme al lugar de donde nacen los sueños para que nadie pueda robar el mío jamás.
Las avenidas ya no son rampas de ascenso gigante para alcanzar la gloria sobre las doce de la mañana en un Domingo, cuando los enanos que apenas superan las rodillas tienen sed de jarana y eventos de diversión sin motivo. Ya no siento certidumbre por probar tonterías nuevas, chascarrillos inventados ni miradas de complicidad con retorno de besos. Siento pena de mi sombra y vuelvo a casa sin camisa, remendando la esperanza con sabor de aquellos días. Ya quisiera ser el eco de lo que vieron estos ojos una tarde, y el sonido de unos aplausos densos al compás de un… ¡Quiero más todavía!. La risa viene del sur...Lamentablemente, ya no hay tiempo para mí, se lo llevó la vida lejos, muy lejos de mí. Tendré que pintar en el aire las horas que vivo sin vivir, los minutos que sueño despierto y los segundos que me separan de ti. De ti que ni me conoces, que sólo hablas de mí en genérico, como si fuera un invento nazarí, de los que visitamos hoy día sin saber quien los puso ahí.
Al tiempo no tengo que disimular maquillajes que simulen tristeza pues surcos genera mi tez entre tanta desidia y pereza, la misma que un día fue extinta entre alegrías completas. Jamás me hizo falta ganar en altura pues hasta las palomas prefieren el suelo, y ahora subiría en una nube por rescatar la voz de algún pequeño. Mi paloma de plástico llora porque no ha vuelto a disimular ninguno de todos sus vuelos. Me pregunto qué nos está pasando, qué es lo que nos cambió el corazón a balazos, que ahora preferimos ser números a contar lo que está pasando.
Hoy fue mi última tarde pues mañana no habrá payaso, se acabaron las tardes de globos, de lazos y cintas de fiesta. Dormirán tu niñez, mi ilusión y la nobleza, los recuerdos cerrarán la puerta de todo cuanto vivimos mientras la inocencia era cierta.

La risa viene del sur...He de irme de viaje hacia el sur, donde los chismes y tecnologías aún no han contagiado la luz. Esa luz que ilumina las caras de los infantes cuando les canta mi voz, cuando tropiezan mis piernas silumando terrible tropezón. A los barrios sin esperanza, a los rincones donde haya dolor, allí llevaré mis cosas para que tengan sentido y valor.  Me despediré de este mundo de sombras vacío de excesos y repleto de tanto pudor. Ese que aborrece los robos de dinero y asume la maldad a un menor, ese pudor que maquilla la mentira, la codicia y el horror. Adiós mis niños y niñas, los papás a quien les hice una fiesta, a todos a cuantos mermé su pena por un par de monedas y hoy que atesoro mil años es la propia quien se vuelve tormenta. Mi perrito de lana, mi baúl de madera, mi chaqueta gigante y mis gafas de primavera. Gracias mis fieles amigos por tantos momentos de guerra, de trincheras de carcajadas y silencios pre-ovación. Si mañana volviera a la acera, con veinte años y un nuevo corazón, juro que no duraría en ser lo que hoy abandona mi voz. Sería payaso de calle, payaso del que hace reír por amor…

 Algo que me ronda… Permitidme hoy que utilice el balcón que supone mi pequeño rincón, Emocionalia, para hacernos reflexionar sobre lo que está ocurriendo con la infancia, la niñez, con todas aquellas cosas, sentimientos, sensaciones que nos hacían ser, eso, seres diminutos llenos de ilusión e inocencia. Los niños y niñas de la sociedad actual han nacido con las tecnologías pero eso no ha de significar la pérdida de otra serie de valores, emociones y vivencias. Gracias por soportar mis inquietudes…

La risa viene del sur...

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Obra registrada a nombre de Justino Hernández en SafeCreative.

 
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