Emocionalia

Viaje al pasado…

Viaje al pasado…

…Me huele hoy al tiempo de adolescencia, a las mañanas de madrugada y a las risas de mis amig@s. Me sabe hoy que tengo que escribir por ell@s.
Indudablemente no nombraré a tod@s pues pocas empresas tienen tamaña dificultad y los ausentes no son menos reconocidos que los anteriores. Aún recuerdo el olor de los pasillos del instituto con tantas caras nuevas y tan diferentes formas de vestir, pensar y afrontar la complicada labor de hacerse adultos. A mi primera clase, 1ºD, la cuna de mi despertar, la base de mi camino en el instituto.

Viaje al pasado...

Viaje a mi adolescencia…

Me quedaré con la espontaneidad de Ismael, que hacía de la risa un escudo y del desparpajo desenfadado su mejor arma, llamándonos a los demás a una rebelión que, por entonces, aún desconocíamos. A Juan Luis con sus discusiones con Flor por la necesidad de llevar gafas de sol a las 8:00 de la mañana (que era cuando empezaban las clases y no como ahora que son horas descafeinadas…) debido a caprichosas conjuntivitis repentinas que le cegaban desafortunadamente. A la presencia del alma de Loquillo encarnada en Marcos, un chico de Carcaboso que nos enseñó que las prisas no son buenas, que el rock es la madre de todas las cosas y que siendo malote se disfrutaba más. Vaya, vaya…si es que mi clase era algo que debería haber sido estudiado.
La paciencia de Arevalillo para iluminarnos a todos con la resolución de las dudas que afloraban en los recreos tras una clase de matemáticas del pobre Damián al que, palabra, le vimos llorar en clase por pura frustración y desesperación que, en ocasiones, llevaba nuestro comportamiento. Cuanto lo sentí entonces y también lo siento ahora…Te pido perdón. Así mismo, a la sonrisa y quietud de Puerto, centro de tres Marías (Rosa, Puerto y Belén) capaz de conversar de todo, de ser la empatía en persona y demostrarme que las chicas eran tan estupendas o más que nosotros. Digo esto porque hasta los 14 años no tuve la suerte de compartir pupitre con ellas. Gran error de la administración posteriormente subsanado.
Viaje al pasado...A Eugenio, Enrique, Flores y tantos otros que me ayudaron a realizar la transición de niño a muchacho, mientras aprendíamos que la vida iba más allá, al menos en mi caso, de las faldas de mamá. Pero sobre todo, y de manera especial, a mi compañero, amigo, confidente, soportador de memeces de la edad y perfilador de sueños de futuro, Juanma “Pajares”, al que respeto, admiro y siento un afecto especial por él pues fue testigo de todo cuanto cuento y calmó, con la madurez propia de otros tiempos, los miedos que en forma de incertidumbre me solían visitar.
El instituto fue descubrir que la vida es fugaz y finita, realmente espectacular, provista de impresionantes regalos que has de saber utilizar pues el tiempo te los arrebata y, no es que los pierdas, es que parece que no los tuviste jamás.
Qué bonito descubrir mariposas, amor que lo suelen llamar, el mismo que derramó lágrimas y llantos pensando que suponía el final, cuando no era más que la forma de salvar las primeras barreras del alma para poder comenzar a soñar. Mi respeto y sincero afecto a quien me dio la mano por aquel tiempo y recorrió conmigo aquellos días.
Me asalta una sonrisa, se acristalan mis ojos y me hierve la sangre pensando en el bueno de Freire, ese loco sufridor de adolescentes que tuvo la osadía (aún sigue haciéndolo, creo) de convencer a un grupo de imberbes para formar un grupo de teatro. Me regaló la forma de conocer el aplauso, el compañerismo, la risa ilimitada, el compromiso, la lealtad y el orgullo de sentirse pleno haciendo algo que, por primera vez, sentía desde mi corazón. Ojalá que allí donde esté sepa que su esfuerzo no fue banal, que las riñas tuvieron sentido y que todos le reconocimos como un gran mayoral tratando de conducirnos, sin duda, hasta el mejor lugar.
Viaje al pasado...Para ir concluyendo, a mi admirado Gonzalo Hidalgo, que me cautivó tanto como lo sigue haciendo ahora con su verbo y sus malabarismos de la palabra, haciendo lo yermo bello, secuestrando perplejidades de mi persona cuando leo sus textos. A Diosdado y su elegante pausa, a Heliodoro y su acervo de conocimientos, a Maite Chaves y sus gafas de sol mientras nos llevaba por los campos de Castilla de los RR.CC. A Jacinto y su dulce genio de conquistador amante del trabajo.A Antonio, Director, físico y señor, por enseñarme que el blanco es blanco y lo demás es invención. A Suso por darme la magia y abrirme los ojos. A Yoli, por ponerle a mi vida de adolescente un broche espectacular siendo mi compañera de clase, de fugas y de confesar. A Pepe, bedel de bedeles, amigo de los ilusos y todo un señor para echarnos una mano cuando lo necesitábamos. A la gente de secretaría, a Agustín por sus bocadillos de tortilla a 50 pts, a Paco, Jesús y Alejandro por sus tonterías, mis estupideces y nuestras risas, y a todos cuantos compartisteis conmigo aquellos años maravillosos. Hoy me sentí en la necesidad de recordaros porque uno es quien es no por lo que vive sino por con quien lo vive.
A tod@s y cada uno, os envío un abrazo de corazón, ojalá contemos con vernos sin faltar mucho, que la vida son dos días y la nuestra uno dejó ya detrás.

Espero que os haya gustado y os rogaría que si así fuera, os suscribieseis en el formulario de la web para recibir de primera mano y en un mail mis publicaciones. Gracias por vuestra atención, sois muy importantes para mí.
Obra registrada a nombre de Justino Hernández en SafeCreative.

 
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