«Robe» Iniesta: El profeta del viento.
El sábado, 25 de Septiembre, tuve la oportunidad, después de cuatro años, de volver a ver un concierto de «Robe» Iniesta en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, que tiene sito en el recinto de la Cartuja, en la maravillosa ciudad de Sevilla.
Más allá de poder disfrutar durante unas horas de una de las ciudades más encantadoras y espectaculares del mundo, Sevilla supone para mí un rincón bohemio, cargado de significantes y significados, un hogar que no elegí, un puñado de versos que me llevan irremediablemente a esbozar una sonrisa cada vez que, lejos de su olor a jazmín, la recuerdo necesitado de su presencia.
Saltar, cantar, llorar y «bailar como una puta loca» fue ese día una bendición del cielo que pude compartir con mi hermano, ese ser humano que al que amo. La vida me mostró una vez más que sólo lo intangible será lo que me lleve algún día y que lo material cada vez tiene menos valor.
Reír sin medida supera con crecer las expectativas del corazón más osado y marca arrugas en la cara que serán fiel testigo de que viví aquello que merecía la pena, en el momento oportuno y con la persona adecuada. Gracias por compartir conmigo una noche tan extraordinariamente irrepetible.
Roberto Iniesta. ¿Quién no sabe hablar de Robe? Y me da la sensación de que no tenemos «Ni puta idea». Este hombre es un ente de extremos, conociendo el bien y el mal a partes iguales. Un músico sin fronteras con una capacidad de adaptación que asusta, capaz de reinventarse una y mil veces.
Este placentino es arquitecto de versos viejos, de frases nuevas y ritmos eternos. Sólo le valoraremos en su justa medida, como a los grandes, cuando ya se haya ido. Vibro con su voz devastadora, con su maltrecha osamenta y la fortaleza de su golpe de muñeca.
Los poetas con guitarra se confunden con la nada, nos regalan las estrofas que surgieron en la niebla y se duermen en el pecho de todos los que les cantan.
A mi manera le devuelvo los instantes que disfruté cuando soñaba, cuando imaginé que me colaba en sus conciertos y con él, con mi guitarra, tocaba…
Si supieras que la necedad me envolvía, me acunaba en la ignorancia y me comprometía con la sensación de saber de algo cuando de nada sabía.
Gracias por seguir en la brecha y que sean muchos los años que te mantengan sobre las tablas dándole a la Fender como si fuera cuando empezabas. Me haces sentir jodidamente renovado, con ganas de seguir recuperando el mundo, luchando por estupideces que tan sólo a mi corazón y a mi han conquistado.
Rodeado de músicos del Olimpo, te felicito Robe, supiste dónde afinabas el oído. Armonías, cambios de ritmo, composición, color y riqueza musical es todo lo nuevo, todo amigo. Sutileza con los cambios, atrevimiento con los instrumentos y descaro en acariciar palos que jamás habías intentado. Vengo a tus pies, maestro, a mostrarte respeto, admiración y el agradecimiento que debemos los que robamos la música que otros paren.
Odio los homenajes en muerte pues empequeñecen a quien los hacen y ridiculizan la memoria y la obra del que dejó su parte. Viva tu persona, cojones, viva todo lo que con nosotros compartes. Vivan los señores Juan y Carmen, progenitores de tu arte, sufridores de los tiempos de calamidades musicales y guardianes del Amor que les regalaste.
Te debía, a cambio de tanto, un grito antes de que todo acabe.
Un abrazo de corazón.
Tu vecino el del noveno.
„Para algunos la vida es cabalgar un camino empedrado de horas, minutos y segundos. Y yo, que más humilde soy, solo pido que la ola que surge del último suspiro de un segundo me transporte mecido hasta el siguiente.“
Fuente: https://citas.in/autores/roberto-iniesta/