Emocionalia

Parte de mí vive allí: Londres.

No me cabe la menor duda, parte de mí vive allí…

Si tuviera que recomendar, animar o entusiamar a alguien para hacer un viaje especial, diferente, lleno de magia, historia, cultura, modernidad y vanguardia en todos los sentidos, lo tendría clarísimo, mi destino sería, siempre, Londres…

parte de mi vivie allí: LondresAquell@s que me conocen saben del amor incondicional a la capital de la isla británica, a su forma de vivir bajo grises y húmedos días, al olor de las tostadas recién hechas o a la poderosa y embriagadora sensación de libertad universal que siente mi persona caminando por sus calles. He llegado a pensar en algún momento que en otra vida llegué a disfrutar la misma encorsetado en una piel blanquecina, con un lacio pelo rojizo y vistiendo ropas de forma anárquica y práctica (concepto que tengo del londinense de a pié que me cautiva…).

Muchas de las personas que lean estas líneas pensarán que se necesita gran cantidad de dinero para aventurarse a cruzar el charco y conocer tan bonita ciudad y, desgraciadamente, no hay afirmación más lejos de la realidad pues por poco menos de lo que puede llegar a costar fumar durante un par de meses llegaríamos a disfrutar de un fin de semana maravilloso que jamás olvidaríamos.

Aún recuerdo nuestro primer viaje, allá por el 2006, cuando con las maletas ( pequeñas para no facturar) cargadas de ilusión, expectación, desconocimiento ( además de pan de molde y embutidos para abaratar costes…) y poco más, pisábamos suelo británico. ¡Dios! -Pensé. Esta gente habla inglés de verdad, no era una leyenda de tod@s los valientes que hasta entonces habían intentado enseñarme esa extraordinaria lengua…- Parte de mí vive allí: Londres. Caminar desde Buckingham Palace, atravesando Green Park con el maravilloso olor a tierra mojada y llegar hasta Picadilly Circus para darme cuenta de que estaba en el epicentro de lo que, para mí, es la capital más cosmopolita de Europa, era, sin duda alguna un regalo que jamás habría imaginado.

Los museos son caso aparte, una vez has visitado cualquiera de ellos, Museo Británico, la National Gallery, el Museo de Historia Natural o el de la Ciencia, la Tate Modern, o el Museo Británico…o tantos otros, aceptas sin dilación, que la cultura tiene un hueco más que destacado en esa ciudad pues la oferta es de una extraordinaria calidad y variedad.

Caminar por la margen del Támesis esperando el ocaso del día, gozando del reflejo de las luces sobre el río o contemplando simplemente el Big Ben desde el lado opuesto del puente son algunas de los pequeños placeres que recomiendo realizar allí.

Tengo muchos y buenos recuerdos de mis escapadas a dicha ciudad pero, hoy, quiero compartir con todos ustedes una que guardo con mucho cariño y nostalgia.

Parte de mí vive allí: Londres. Situémonos, primer viaje a Londres, el inglés como lengua hablada cogido con pinzas donde en una interacción fluida salíamos claramente perdiendo. Mi mujer y yo disfrutábamos de cada momento como si no hubiera mañana, pero lo más sorprendente es que teníamos mucha más ilusión que dinero. La tarde antes de regresar, puedo asegurar, no teníamos más dinero que el suficiente para comer o cenar, pero no ambas cosas. Decidimos descansar en la indescriptible alfombra que es High Park mientras contemplábamos atónitos la grandeza de dicho parque, la cantidad de culturas, estilos musicales, tipologías de personas, formas de entender el asueto y la increíble manera de ir a tu aire que puedes gozar en dicho lugar…No nos importaba demasiado la escasa capacidad adquisitiva que teníamos entonces pues, aunque parezca cursi, estábamos juntos y esa ya era razón suficiente para sentirnos afortunados lejos de casa. Me tumbé apoyando mi codo sobre la hierba y noté algo duro, particularmente pequeño y con forma geométrica, sorpresa, eran varias libras que alguien había perdido, seguramente, mientras se sentó en aquél lugar. ¿Ya teníamos para cenar?, ni hablar, y aquí está lo bonito de esta pequeña historia. Corrimos como centellas a coger el metro para acercarnos a Trocadero, a un puesto de frutos secos que nos había enamorado como a niños con sus porciones de plátano deshidratado cubierto de chocolate. ¿Nos comimos todas las chocolatinas de golpe?, para nada. De hecho, no nos comimos más que dos pues la intención era traerlas a España para comerlas poco a poco de tal forma que el viaje, nuestro primer viaje a Londres durase más y nos despidiéramos más tarde de la ciudad que desde entonces llevo en mi corazón.

Parte de mí vive allí: Londres. Si queréis, si podéis, si soñáis…no lo dudéis, jamás olvidaréis el cielo plomizo del edén de los nostálgicos y anacrónicos como yo. En otra ocasión os hablaré de mi gran pasión al norte de la ciudad…sentirse parte de los Gunners es algo que merece texto aparte.

P.D: De entre la gente que aprecio y que me aprecian, de los conocidos, profesores, amig@s y , a apartir de ahora, visitantes de este rincón, soy consciente de que soy muy superfluo al describir esta estupenda ciudad en un puñado de letras medianamente ordenadas, soy consciente. Pero hoy, esta tarde, esto sólo respondía a la necesidad imperiosa y melancólica que tengo de volver…Disculpadme.

No es la mejor opción, pero nos podemos hacer una idea...VISITA AUDIO VISUAL A LONDRES

 

 

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