Emocionalia

Una cama a medias…

Una cama a medias…

Una cama a medias...Acabo de cerrar la puerta y me parece extraña la casa, incluso parecen haber cambiado sus dimensiones. Dejo las llaves colgadas en la llave grande de madera que tú tallaste para ello y me dirijo al salón. Sospecho que soy como el niño que corriendo llega hasta los brazos de mamá y ésta no está donde debería esperarle. Es algo confusa la situación. Me siento en el sofá sin apoyar la espalda y el silencio me bombardea como si tratase de cerciorarme de lo terrible que es su presencia. Las cortinas, las puertas, las paredes, los cuadros y demás adornos me miran esperando a que diga algo, que les de la vida que les falta, que llene su vacío con movimiento y sonido…pero ni quiero ni puedo.
Mi mirada se pierde entre la nada buscando tras los muros un motivo para darle sentido al tramo de existencia que tengo frente a mí, pero no consigo ver más allá del recuerdo que me atenaza y me paraliza. La noche no ayuda demasiado y el frío de enero contribuye poco o nada a que deje de sentir la soledad como una manta helada que pesa como una gran losa de piedra. He buscado en los cajones argumentos para pasar esta noche tratando de mantener abierto el camino que nos separará pues el olor y el tacto son cuestiones que aún me ayudan a fingir que no soy consciente de la realidad en la que estamos.
Una cama a medias...Voy bajando poco a poco, una a una y sin pensarlo demasiado, las persianas de toda la casa, tratando de acotar los recuerdos, minimizando la fuga de sentimientos, anécdotas y vivencias acontecidas tiempo atrás, aunque sé que los huecos bajo las puertas me traicionarán y permitirán que me quede sola. Recorro una y otra vez cada instancia como si rebobinase los instantes e imitara la serenidad que tu voz le daba a cada rincón de la casa cuando pululabas entre tus cosas y me sorprendías con un beso simulando un maravilloso asalto a mi corazón. Tendré que pedirle que cese en su intento de llamarte pues piensa que latiendo más fuerte podrás escucharle allí donde estés, sin saber que la anarquía de su trote no hace más que acrecentar el dolor que tu vacío nos proporciona. Y me vuelvo a nuestro cuarto deshaciendo los pasos por el pasillo que tantas veces nos ha visto cruzarlo juntos.
El tacto de las sábanas me acerca a ti y me pregunta sobresaltado por qué cambio mi sitio en la cama cediéndole a tu espacio todo el protagonismo. Acaricio tu mitad lentamente con la mano abierta procurando hacer míos todos y cada uno de los poros de tu piel, aquellos que dejaste antes de marchar sin saber que no volverías a reencontrarte con ellos como cada noche. Me resisto y , aunque muerdo mis labios para levantar un dique de fortaleza inmensamente falaz, no tengo valor para sujetar una lágrima más que, furtiva pero necesaria, se deja caer por mi mejilla hasta morir en la comisura de mis labios sin notar variación en mi rostro que pudiera frenarla. Quiero que sepas que mi cuenta atrás ha empezado y que este tiempo sólo será el preludio de un idilio eterno cuando volvamos a reunirnos, porque apenas te fuiste y ya te echo de menos, tanto que mi vida es sólo el instante etéreo y sutil que me llevará a ti.
Una cama a medias...Apoyo mi cabeza en la almohada, mis párpados ceden en rendición y noto tu mano en mi espalda como siempre. Un suave suspiro bate los pelos de mi nuca y ya no sé si sueño o es realidad. Me dijiste que si algún día ocurría regresarías para pasar tu primera noche conmigo y parece que es verdad. Abrázame fuerte mi vida, que jamás quiero despertar, que me siento muy sola sin ti, que me siento morir si te vas…
Buenas noches mi amor, te quiero. D.E.P.

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Obra registrada a nombre de Justino Hernández en SafeCreative.

 
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6 comentarios en «Una cama a medias…»

  1. Berenice Santiago

    Te recuerdo tanto y tu silueta escapa cada noche que voy en busca de tu estela, esas huellas vacías que intento vanamente recoger y que una vez mas cual nómada emprenden el viaje…un viaje sin retorno…
    ¡Excelente escrito! Me ha encantado.

     

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