Emocionalia

La brújula desorientada…

La brújula desorientada…

La brújula desorientada...Siempre he sido una persona, y aquellos que me conocéis podréis corroborarlo, muy cercano a lo espiritual, (entendido esto último como aquello que fundamenta verdaderamente la esencia de lo que somos al margen de posesiones, clase social o logros terrenales que nos separan), a la búsqueda de ciertos valores que tienen que ver con el concepto “ser humano” en el sentido más amplio y estricto de la palabra. Me da la sensación de que me ha tocado vivir una época donde infravaloramos descabelladamente la autoría de una buena acción, el poder de un beso o la serenidad que oculta una mano que sólo desea ayudar.

Somos estériles entes que conducen su vida como un monorraíl pensando que es más importante el destino que el trayecto pues para cuando nos damos cuenta de nuestro error suele ser demasiado tarde.
Es verdaderamente lamentable que bien, fruto de la madurez, bien observando a lo lejos el ocaso de nuestras vidas surja la necesidad de denunciar que nos estamos bebiendo la vida a tragos sin saborear su néctar, sin apreciar que moja allá por donde pasa y que, desgraciadamente, no tendremos posibilidad, (como diría el sabio Heráclito) de volver a bañarnos nunca dos veces en el mismo río.
Hoy quiero compartir con todos vosotros esta pequeña reflexión porque me siento en la necesidad de hacer despertar a tantas mentes como pueda de su letargo, de su incapacidad para vivir y sentir, de llamarles a la autonomía que mueven sus emociones y aprendan a ver y no sólo a mirar. Voy por la calle, observador por enfermedad, y miro las caras de las gentes, abortando cualquier posibilidad de establecer relación social. Donde un hola, buenas tardes o hasta luego cuesta tanto como cerrar un acuerdo internacional en Bruselas…Donde prima más adherir una marca en la solapa que leer un buen libro, donde hablar como habla el que lees puede ser tildado de trasnochado, anacrónico o incluso inepto. Un mundo donde se asesinan, son abusadas y maltratadas las personas de distinta edad como si de un juego se tratara… ¿Acaso no nos estamos dando cuenta de que la deshumanización cabalga a pasos agigantados?…No recurriré por incisivo a la doctrina del gran Juan Luis Vives, Humanista del siglo XVI, que dejaba descubrir una preocupación fundamental por lo más profundo del ser humano , por su esencia ,por las grandes posibilidades de su desarrollo personal y por su destino eterno. No obstante, tengo la sensación de, como me diría alguien hace unos años: Aquí está todo inventado ya. Nos movemos de manera cíclica cometiendo los mismos errores pretéritos de otras épocas, de otras sociedades, de otras culturas, con la salvedad de que a nosotros se nos presupone la sociedad más avanzada que ha alcanzado el ser humano. En algo, creo, nos estamos equivocando…Cómo envidio el tiempo de mis abuelos, que en paz descansen, cuando la sencillez y el trato entre las personas, con todos los problemas que también había, era mucho más fluido. Ese tiempo donde el segundero de un reloj se podía escuchar mientras pasaba la vida.
La brújula desorientada...

Ya no está de moda reclamar más serenidad en la moderación de nuestras vidas pues parece que eres incluído en el estanque de los raros o «mayores». Pero la realidad es que no existe ser humano asocial y todos necesitamos de todos. Los docentes estamos huérfanos sin nuestros alumnos, los amigos sin los amigos, y todos, en definitiva, necesitamos la presencia de otro ser humano para darle sentido a nuestras vidas. Ojalá reflexionáramos más sobre la importancia de que pasemos por la vida y no que la vida pase por nosostros.

Más allá de filtrar mi persona como un auténtico pesimista busco lo contrario pues mi preocupación va por ese camino, por la búsqueda de lo sencillo, de lo trivial, de la palabra en ausencia de banalidades, de elementos superfluos y anodinos. Vamos a tener que regresar al café para dos, una cerveza a medias, un encuentro de amigos (ahora llamado «quedada»…) y una conversación a la luz de un fuego. Creo que necesitamos, en ese sentido, involucionar para poder ser algo más felices. De igual forma que está pasando con el proceso de ruralización…así habremos de volver a buscar la cordura. Para ello, os traigo el texto de un precioso pasaje hindú que habla sobre la verdadera esencia del ser humano y dónde la podemos localizar. A mi me gustó, me pareció interesante y quería compartirla contigo. Espero que te guste…
Una vieja leyenda hindú cuenta que hubo un tiempo en que los hombres y las mujeres eran dioses. Pero abusaron tanto de su divinidad que Brahma, el señor de los dioses, decidió quitarles y esconder la divinidad donde no pudieran encontrarla. Solicitó, entonces, sugerencias a los dioses menores. Le propusieron: “Enterremos la divinidad en la tierra”. Pero Brahma contestó: “No, eso no es suficiente, pues cavarán hasta lo más profundo de la tierra y la encontrarán”.
Entonces los dioses replicaron: “En ese caso, echemos la divinidad a lo más profundo de los océanos”. Pero Brahma respondió de nuevo: “No, porque, tarde o temprano, explorarán las profundidades de todos los océanos y seguro que un día la encontrarán y la subirán a la superficie”.
La brújula desorientada...Los dioses menores concluyeron: “No sabemos dónde esconderla, pues no parece que exista, en la tierra o en el mar, un lugar al que el hombre o la mujer no puedan llegar algún día”. Entonces Brahma dijo: “Esto es lo que haremos con la divinidad del hombre y de la mujer: la esconderemos en lo más profundo de su ser, en su interior, pues ese es el único lugar en el que nunca pensarán en buscar”.
Atrévete a emprender el viaje más maravilloso que existe,ese que te lleva a descubrir tu divinidad, tu pasión y tus talentos.

Espero que os haya gustado y os rogaría que si así fuera, os suscribieseis en el formulario de la web para recibir de primera mano y en un mail mis publicaciones. Gracias por vuestra atención, sois muy importantes para mí.
Obra registrada a nombre de Justino Hernández en SafeCreative.

 
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